terça-feira, 13 de setembro de 2011

48 (10)- LA DECISIÓN DE ORFEO


LA DECISIÓN DE ORFEO

Sin embargo, Orfeo acaba decidiendo reanudar su búsqueda personal. Los Brigmil  se despiden de todos Milesia, van a Brigantia, embarcan y dejamos, por ahora, de saber de ellos, aunque más adelante vamos a saber algo de lo que les aconteció, también en otro capítulo cargado de versiones libres.

Orfeo, entretanto, permanece algún tiempo más en Milesia para terminar el Himno a Gal que comenzó a componer.  Terminada la obra, la presenta en Milesia y sigue su camino hacia lo que hoy es Finisterre, vía Santiago.

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  …Sobre la música que había ido creando,  Orfeo fue traduciendo sus palabras de la lengua franca al goidélico con la ayuda de los colaboradores de Amerguín. Cantó el himno a Gal al grupo varias veces la noche antes de que se despidieran, hasta que estuvo seguro de que habían aprendido la música y el sentido de sus versos, los cuales podrían, poco a poco, ir modulando y adaptando mejor a la especial musicalidad de su propio idioma.

            El himno comenzaba describiendo los rumores del viento entre los verdes bosques y montañas del país de los Gal y preguntaba qué era lo que el viento repetía. El viento hablaba del alma fuerte, heróica e independiente de aquel pueblo cuyos templos eran la pura naturaleza sagrada y cuyos dioses no tenían imágenes porque su imagen era la del mismo cosmos, por ellos creado.
El viento exaltaba a un pueblo que no tenía otros límites que los de su propio coraje e  imaginación, un pueblo caminante, aventurero y determinado; un pueblo hospitalario, generoso y protector de los caminantes que llegaban a su remota tierra persiguiendo uno de los más nobles sueños humanos: el de morir a lo conocido y rutinario de la más digna de las maneras, para renacer en el mítico País de los Bienaventurados, que esperaba por los espíritus esforzados más allá de la negra sombra del Fin del Mundo.
El himno avisaba de que llegarían tiempos en que aquellas almas intensas se adormecerían en el sueño, sensato y conformista, de un mundo en el que se rompería el equilibrio entre ideal y materia a favor de la materia, un mundo gris en el que la libertad individual se miraría como anarquía y los ideales viriles como arcaica inmadurez, un mundo en el que las ansias de heroísmo y de trascendencia espiritual serían sustituidas por la ambición de llenar la barriga, poder comprar un montón de cosas y poseer muchas propiedades, aunque eso significase esclavizarse a otros durante largos años y aceptar el sometimiento de los propios sueños a aquello que los detentadores del poder autorizasen y calificasen con el civilizado título de “normalidad”.
Y terminaba Orfeo retomando el sonido del viento entre los árboles al amanecer de una nueva era, para estimular el renacimiento, en el momento de mayor desequilibrio, del alma auténtica de las tribus Gal: “¡Realiza tu más noble sueño, tierra verde de los Brigmil!”

Los guerreros libres estaban encantados con el himno y repitieron muchas veces , llenos de entusiasmo, el llamado a la realización. batiendo con las lanzas sobre sus escudos mientras lo coreaban  a pleno pulmón.

 Al amanecer del día siguiente, Orfeo salió de Milesia a caballo, junto a una compañía de Guerreros Brigmil que se dirigían a las tierras de los  Brigantes.
Cuando finalmente, llegaron a la encrucijada, desmontó, devolvió el caballo prestado y se despidieron con tristeza, los Brigmil  siguiendo hacia el Noroeste, y Orfeo hacia el Oeste, por el Camino Tradicional de las Estrellas, en busca de su loco sueño.
Hasta que la doble columna montada de hombres-lobo, precedidos por su estandarte, se perdió en un recodo del camino, el bardo estuvo tocando su himno, en pie sobre una roca, y ellos cantándolo.

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